12 nov
2015
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Como pez que nada hacia el gusanito, caigo muy fácilmente en la necesidad de puntualizar posiciones que ponen en cuestión algunos de los principios en los que estimo se basan la felicidad de mis vecinos y de estos reinos. Se trata otra vez —y digo otra vez porque este tema se repite de vez en cuando— de la presunta incompatibilidad u oposición entre soberanía nacional y soberanía individual.
En varias ocasiones ya apunté a la esterilidad de un debate así: no puede haber conflicto entre sustancias de diferente especie. Aún así me vais a permitir que insista en la diferencia