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08 dic
2015

Con China como bola de cristal

Enviado por economia . Etiquetas: sociedad, economía

IMAGE: Rudall30 - 123RF

WeChat, una de las aplicaciones de mensajería instantánea más populares en China, decide eliminar las cuentas de Uber en su servicio, debido sencillamente a que Tencent, la empresa propietaria de WeChat, es uno de los principales inversores en Didi Kuaidi, empresa que surge de la fusión de otras dos, que ofrece en China un servicio idéntico al de Uber, y que afirma tener una cuota de mercado del 83%.

La medida, que había tenido un precedente con un bloqueo temporal el pasado marzo que Uber definió como un intento de distorsionar el panorama competitivo, supone el bloqueo arbitrario de las cuentas de un competidor en una guerra comercial, y tiene otros precedentes en el país: el mayor sitio de comercio electrónico, Taobao, propiedad de Alibaba, bloqueó las visitas procedentes de WeChat en el año 2013, para encontrarse posteriormente con un bloqueo de Tencent a Xiami Music, un servicio de streaming adquirido por la Alibaba hacía poco tiempo, o con su ubicuo servicio de pago Alipay también bloqueado por JD.com, una de las páginas más importantes de comercio electrónico, e igualmente propiedad de Tencent.

Medidas de este tipo, bloqueos artificiales y arbitrarios de servicios en función de posiciones o guerras comerciales, son lo más opuesto a la idea de una internet abierta que existe. Internet triunfó precisamente por su neutralidad, por su capacidad de llevar bits de un sitio a otro independientemente de su naturaleza, procedencia o significado. Obviamente, hablar de una internet abierta y libre en China, país que gestiona el mayor y más restrictivo firewall del mundo para bloquear el acceso a determinada información, resulta completamente absurdo, por mucho que a la inmensa mayoría de los ciudadanos chinos parezca no preocuparles.

Pero el problema no es el Great Firewall of China o las desmesuradas prácticas comerciales de los gigantes de la internet de ese país. El verdadero problema es la tendencia que vivimos, en la que China no se convierte en un país reaccionario, sino en uno visionario. El verdadero problema es que China está funcionando como una verdadera bola de cristal en la que aparece premonitoriamente nuestro futuro. Que evolucionamos hacia una internet cada vez menos abierta y menos libre, en la que nuestra capacidad de acceder a determinados servicios dependerá de qué empresa nos proporciona el acceso y qué acuerdos comerciales tiene.

No lo olvidemos: hace años, hablar de grandes sistemas de bloqueo de contenidos a nivel nacional era sinónimo de una barbaridad liberticida y algo que solo ocurría en países de baja o nula calidad democrática, como es el caso de China. Ahora, pocos años después, tenemos sistemas de bloqueo de contenidos de ese tipo en cada vez más países, con el fin de evitar el acceso de sus ciudadanos a determinados contenidos por cuestiones que van desde la supuesta protección de los niños hasta cuestiones comerciales relacionadas con el copyright y las restricciones territoriales. Si estás en Alemania, te encontrarás con que hay infinidad de vídeos que no podrás ver en YouTube. Si intentas entrar en determinadas páginas para adultos en el Reino Unido, o en The Pirate Bay en una amplia variedad de países, no podrás hacerlo, porque el proveedor de turno ha sido obligado por medidas gubernamentales para participar en un esquema que recuerda sospechosamente al que antes tanto criticábamos en China. Oficialmente, internet está sometida a censura en el Reino Unido. Que Turquía bloquee YouTube, Twitter u otros servicios ya es considerado algo habitual, sea porque aparecen algunos vídeos en los que supuestamente se insulta a Atatürk o porque se comentan las acusaciones al primer ministro de corrupción, y que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos declare varios años después que esos bloqueos fueron ilegales no parece que vaya a tener absolutamente ningún efecto. Igualmente, la reciente aprobación de un paquete legislativo en el Parlamento Europeo que hace que desaparezca de facto la neutralidad de la red posibilita que, en breve, empecemos a encontrarnos cómo la empresa que nos proporciona el acceso pueda decidir que determinados servicios que compiten con los suyos se vean mal o no se vean, o que no tenemos derecho a entrar en según qué páginas.

Sea por cuestiones comerciales, por restricciones gubernamentales o por intereses de otro tipo, lo cierto es que cada vez nos alejamos más de lo que internet un día fue: una red abierta, en la que los bits circulaban libres y podíamos acceder a toda la información del mundo. Ahora, que idiotas como Donald Trump quieran “llamar a Bill Gates para que cierre internet” nos hace gracia. Pero dentro de no mucho tiempo, escenarios como el descrito en China, con bloqueos de determinadas páginas y servicios por parte de proveedores de acceso o de otros medios de comunicación entre usuarios serán normales, y empezaremos a ver cómo aquellos hogares que tienen contratado el acceso con una compañía no pueden acceder a páginas de otras. Y lo peor es que lo veremos como algo normal.

Cada día, sencillamente, nos parecemos más a China, convertida ya en un auténtico entorno visionario, en la bola de cristal en la que parece que tenemos que mirar nuestro futuro. ¿Pesimista? Sí, pero me temo que muy real. Qué triste es todo. Qué jodidamente triste.

 
Artículo de Enrique Dans .

Publicado con licencia Creative Commons 3.0 España .



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