Una
de las películas más deseadas de todo el universo marvel en esta nueva fase por
fin ha llegado a las pantallas, auspiciada por los mejores indicios, desde el
personaje más carismático de los cómics hasta uno de los mejores actores del
momento, pasando por la dirección de un verdadero clásico y amante de los
cómics como Sam Raimi -que además ya dirigiera la primera trilogía de
Spiderman- y para colofón, el genial Danny Elfman a la banda sonora. Redoble de
tambores para este estreno que ha levantado probablemente uno de los mayores
hypes de la casa de las ideas desde "Vengadores: Infinity War".
Y
la verdad es que las expectativas han sido superadas con creces, ya que la
película es de las mejores de todo el universo marvel/Disney, porque
precisamente se ha dejado a Raimi que siga con sus claves y su personalidad
como director. Esas claves que hemos visto -y disfrutado- en toda su
filmografía, y que tiene ese encantador toque casposo, con claras influencias
visuales a los cómics, y que en esta ocasión van al pelo con una historia que,
eso sí, es algo compleja y puede llegar a resultar confusa si no estás
familiarizado con el personaje: el Dr. Strange es de los superhéroes más
valorados del planeta, aunque ha perdido al amor de su vida. En plena boda, se
enfrenta a una amenaza mística en medio de la ciudad, y se da cuenta que el
origen es el salto de un universo paralelo al nuestro…
Con
esta premisa, se recuperan personajes importantes no sólo para el arco
argumental del propio Dr. Strange -como Wong, ahora convertido en hechicero
supremo- sino a la Bruja Escarlata, integrada ya en el ecosistema general de
marvel tras el éxito de la serie televisiva "Wanda Visión", de la que
se recuperan varias ideas para esta película. Un "collage" bastante
bien encajado, salpicado por secuencias de acción realmente apabullantes, con
un despliegue técnico y visual que te deja literalmente pegado en el asiento.
Si en la primera parte del Dr. Strange había hallazgos originales, ahora ya es
un completo delirio, que sobrepasa literalmente la capacidad de imaginar que
podamos tener. Un desmadre esplendoroso de imágenes que comportan esa cantidad
infinita de universos, en -como dice el título- una locura en la que no sabemos
dónde vamos a quedarnos.
Merece
la pena señalar que marvel ha intentado crear no solo una película para los
neófitos en el cine de superhéroes y cómics, sino también para todos los
aficionados que se sentirán más que bien con el reencuentro de personajes
míticos de todas las sagas marvel -tanto en cine como en cómicos y que no vamos
a desvelar- y que en cualquier momento aparecen. Un reencuentro entrañable y
reconfortante.
A
nivel técnico, más allá de las bondades de la narrativa de Raimi y de un
montaje espectacular, hay que quitarse el sombrero con el trabajo del genial
Elfman, que hace una de las mejores bandas sonoras de toda su carrera,
definiendo al personaje, las batallas, el suspense, la intriga, con una
partitura realmente exquisita, tan llena de matices como el guión o los
personajes. De diez, vamos.
En
el cómputo general, nos encontramos con una de las películas más redondas de
todo marvel -incluyendo la genialidad y literalidad del primer Iron Man y la
épica de la primera de Vengadores- que te atrapa prácticamente desde el primer
fotograma, y no te suelta hasta las dos secuencias post-créditos (que no hay
que perderse, especialmente la primera!!!) demostrando que el Dr. Strange es la
gran apuesta de marvel por la continuidad de la saga de superhéroes en el cine,
no ya como mentor de otros -el joven y alocado Spiderman- sino como un
personaje en sí mismo, capaz de desarrollar su propia saga. Y si encima tenemos
al sobresaliente Cumberbatch como protagonista, pues ya están todos los
ingredientes para disfrutar de lo lindo. Ojalá que Disney deje a los creativos
seguir con sus propias claves a la hora de hacer su cine, y no imponga
estúpidos criterios comerciales -como ya ha hecho anteriormente, destrozando
algunas películas-. Este es el camino.
TRAILER