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17 ene
2023

París y la micromovilidad compartida: aprendiendo de la experiencia

Enviado por sociedadinformacion . Etiquetas: Sin clasificar

Escrito por: Enrique Dans.

IMAGE: Jacques Gaimard - Pixabay

Cuando, hace algunos años, algunas compañías comenzaron a operar patinetes eléctricos en muchas ciudades en todo el mundo, fue un absoluto caos. Sin regulación de ningún tipo, las aceras se llenaron de vehículos tirados de cualquier manera, circulaban por cualquier sitio, y se convertían, para muchos, en una molestia, cuando no directamente en un peligro. Aparecían patinetes por todas partes: tirados a un río o canal, robados, despiezados…

París fue una de las ciudades que más rápido reaccionó en ese sentido: introdujo regulación aclarando por dónde y cómo debían circular los patinetes, limitó su velocidad máxima, impuso multas a los que incumplían las normas, y sobre todo, redujo el número de compañías que operaban los vehículos para dejarlo en únicamente tres, Dott, Lime y Tier, a las que exigió un fuerte compromiso de sostenibilidad de su actividad. Ante la irrupción de un nuevo esquema de micromovilidad en el ecosistema urbano, entender sus consecuencias, sus posibles problemas y las posibles formas de atajarlos era algo fundamental y que requería una buena comunicación entre los operadores y el ayuntamiento de la ciudad.

Tras esas medidas, con el vandalismo ya mucho más reducido al terminar el «efecto novedad», y ya con cada una de las compañías limitadas a operar un máximo de cinco mil patinetes en la ciudad por los que debían además pagar, la alcaldesa emprendió una revolución destinada a librar París de coches: muchos kilómetros de carriles destinados a la micromovilidad, calles y zonas enteras cerradas a la circulación de automóviles, limitación de la velocidad a 30kmh en toda la ciudad, eliminación de plazas de aparcamiento de automóviles para dedicarlas a la micromovilidad, y restricciones de diversos tipos, todo ello en una ciudad con un muy buen transporte público, un metro de buena calidad que llega a todas partes, en la que son muchos los hogares que no poseen un coche, muchos de los que lo poseen no lo utilizan de forma cotidiana, y la mayor parte del tráfico que sufre diariamente es de paso.

¿Qué ocurrió? Que algunos accidentes, en un par de casos mortales, alarmaron a la opinión pública. La cuestión es como mínimo curiosa: todos los años, los automóviles provocan un cierto número de muertos en accidentes y atropellos, concretamente 1,414 en la Francia urbana en 2021… pero como la opinión pública está acostumbrada a ello y lo considera, de alguna manera, parte del paisaje urbano habitual, no pasa absolutamente nada, y han pasado años sin tomar ninguna medida al respecto. Con los patinetes, en cambio, llegó una nueva restricción, en este caso a 10kmh, aplicada además a los vehículos mediante software.

Mientras todo esto pasaba, los parisinos en general no solo se acostumbraron a los patinetes eléctricos compartidos: unas cuatrocientas mil personas los empezaron a utilizar muchísimo, cerca de dos millones y medio de veces al mes, varias veces al día. Cada cuatro segundos, un patinete empieza un desplazamiento, y en el 85% de los casos, lleva encima a un residente en la ciudad. Las compañías, con estos números, captaron financiación, se capitalizaron, e invirtieron también en flotas de bicicletas eléctricas compartidas. Ahora, tras unos pocos años, no todas las compañías son rentables y algunas están pasando por dificultades, pero otras sí afirman tener EBITDA positivo y estar comprometidas con la continuidad de sus operaciones a largo plazo.

Ahora, sin embargo, la ciudad se está planteando la renovación de las licencias, que terminan en marzo de 2023, y las cosas están muy lejos de ser automáticas: en el ayuntamiento de la ciudad hay división de pensamiento. Desde quienes plantean que los patinetes compartidos, en realidad, están sustituyendo a personas que caminaban o tomaban el metro, y no a viajes en automóvil (la distancia media de uso de los patinetes son unos 2.5km, larga para caminar, pero no suficiente como para justificar el sacar el coche del garaje), hasta quienes opinan que los empleados de esas compañías están mal tratados, aunque actualmente son ochocientos, y todos ellos con contratos fijos.

Así las cosas, el próximo 2 de abril está previsto un referéndum para preguntar a los parisinos si quieren o no patinetes compartidos en su ciudad. Según las encuestas, el 40% está satisfecho con ellos y el 88% piensa que están aquí para quedarse, pero también hay peticiones de firmas para su prohibición que superan las 19,000. Pero sobre todo, ¿qué ocurre si desaparecen? Simplemente, que los que se han aficionado a utilizarlos pasarán, en muchos casos, a adquirir sus propios patinetes, lo que supone una flota mucho más difícil de controlar o limitar, y añade el problema de tener que cargar con los patinetes y preocuparte por ellos una vez que llegas a tu destino.

Por el momento, el ayuntamiento de la ciudad no se ha pronunciado sobre la renovación de las licencias, y su silencio tiene desesperados a unos operadores que están tratando de plantear todo tipo de soluciones, desde matrículas para sus vehículos hasta el uso de la red de cámaras de la ciudad para la detección de infracciones. Y además, como la fecha del referéndum previsto es posterior a la de la finalización de las licencias, los operadores no tienen ni idea de qué tienen que hacer con sus vehículos, si retirarlos de las calles o no, entre marzo y abril de este año.

(ACTUALIZACIÓN: me comenta Maxim Romain, co-fundador y COO de Dott, que el ayuntamiento ha aprobado una extensión de seis meses a las licencias para que no tengan que retirar los vehículos de micromovilidad mientras tiene lugar el referéndum)

Por supuesto, lo que decida París tendrá una fuerte influencia en las decisiones que otras ciudades con menos experiencia tomen más adelante. En algunas ciudades como Los Ángeles, históricamente una ciudad de automóviles y con un transporte público notablemente deficiente, las cosas parecen estar más claras, el movimiento hacia la delimitación de zonas para bicicletas y patinetes es más lenta, pero nadie parece considerar la posibilidad de limitar su uso o su explotación en régimen compartido.

¿Seguirán siendo las flotas de movilidad compartida parte del paisaje urbano dentro de unos años? Es difícil saberlo. Pero como en todo fenómeno novedoso, ser capaz de aprender de la experiencia es fundamental.


This post is also available in English on my Medium page, «Paris and shared micromobility: learning from experience»



Artículo de Enrique Dans .

Publicado con licencia Creative Commons 3.0 España


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