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Escrito en el blog de: Antonio F. Rodríguez
El poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) ha sido galardonado a sus 92 años con el Premio Cervantes 2022. Desde muy joven se dedicó a la poesía y se afilió al Partido Comunista de Venezuela, lo que le costó ser encarcelado por el gobierno del dictador marcos Pérez Jiménez y el exilio en la isla de Trinidad. Después de su regreso a Caracas, formó parte del grupo literario y debate político «Tabla redonda». Es profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela. Dotado de una refinada sensibilidad, su poesía realiza una profundo análisis de la realidad a través de la lírica, con tintes filosóficos que le hacen comparable a autores como Hölderlin, Rilke y Gorostiza. Sus poemas transportan al lector a un mundo mágico desde el que se reflexiona sobre las claves de la existencia humana. Ha sido galardonado con una larga lista de premios internacionales, como el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el Premio de Poesía Federico García Lorca, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y ahora, el Premio Cervantes por «la trascendencia de un creador que ha hecho de la
poesía un motivo de su propia existencia y la ha llevado hasta alturas
de excelencia en nuestra lengua». Aquí tenemos algunos ejemplos de su poesía:
Una isla (1958)
Si el poema no
nace, pero es real tu vida,
eres su
encarnación.
Habitas
en su sombra
inconquistable.
Te acompaña
diamante
incumplido.
Derrota (1963)
Yo que no he tenido nunca un
oficio
que ante todo
competidor me he sentido débil
que perdí los
mejores títulos para la vida
que apenas llego a
un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado
anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las
paredes para no caer del todo
que soy objeto de
risa para mí mismo
que creí que mi
padre era eterno
que he sido
humillado por profesores de literatura
que un día pregunté
en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca
formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido
abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza
por actos que no he cometido
que poco me ha
faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un
centro que nunca tuve
que me he vuelto el
hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré
nunca quién me soporte
que fui preterido
en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la
vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula
ambición
que estoy cansado
de recibir consejos de otros más aletargados que yo
(«Ud. es muy
quedado, avíspese despierte»)
que nunca podré
viajar a la India
que he recibido
favores sin dar nada a cambio
que ando por la
ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar
por los otros
que no tengo
personalidad ni quiero tenerla
que todo el día
tapo mi rebelión
que no me he ido a
las guerrillas
que no he hecho
nada por mi pueblo
que no soy de las
FALN y me desespero por todas esas cosas y por otras
cuya enumeración
sería interminable
que no puedo salir
de mi prisión
que he sido dado de
baja en todas partes por inútil
que en realidad no
he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a
reconocer los hechos
que siempre babeo
sobre mi historia
que soy imbécil y
más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo
del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando
siento deseos de hacerlo
que llego tarde a
todo
que he sido
arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la
inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que
soy ni lo que no soy
que a pesar de todo
tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas
haya sido humilde
hasta igualarme a las piedras
que he vivido
quince años en el mismo círculo
que me creí
predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré
corbata
que no encuentro mi
cuerpo
que he percibido
por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme,
barrer todo y crear
de mi indolencia, mi flotación,
mi extravío una
frescura nueva, y obstinadamente
me suicido al
alcance de la mano
me levantaré del
suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros
y de mí hasta el
día del juicio final.
El que es (1966)
Si
alguien me toca, sólo me toca a mí, a ese mí orgulloso, ese mí que no deja
franquear su claustro, y no a ese otro alguien, informe, vasto, neutro, que
hace gestiones en la oscuridad.
Herirás
al que puedes herir, a que no importa defender, al que no es nada.
No
lastimarás a nadie, lastimarás a ese nadie que me cierra el paso.
No
temas. Sufre mi guardián. El que debe desprenderse como fruto que he cultivado,
usé y abandono.
El
otro, oscuro, humilde y quieto, no necesita protección.
No
será tocado ni herido. Ni padece ni se queja.
No
será destruido.
Amante (1983)
Eludías
el encuentro
con el tú
magnífico,
el que te toma
y te anula como
tempestad
y de ti arranca al
que busca.
Las paces (1988)
Lleguemos a un
acuerdo, poema.
Ya no te forzaré a
decir lo que no quieres
ni tú te resistirás
tanto a lo que deseo.
Hemos forcejeado
mucho.
¿Para qué este
empeño en hacerte a mi imagen
cuando sabes cosas
que no sospecho?
Líbrate ya de mí.
Huye sin mirar
atrás.
Sálvate antes que
sea tarde.
Pues siempre me
rebasas,
sabes decir lo que
te impulsa
y yo no,
porque eres más que
tú mismo
y yo sólo soy el
que trata de reconocerse en ti.
Tengo la extensión
de mi deseo
y tú no tienes
ninguno,
sólo avanzas hacia
donde te diriges
sin mirar la mano
que mueves
y cree poseerte
cuando te siente brotar de ella
como una sustancia
que
se erige.
Imponle tu curso al
que escribe, él
sólo sabe
ocultarse,
cubrir la novedad,
empobrecerse.
Lo que muestra es
una reiteración
cansada.
Poema,
apártame de ti. Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Artículo escrito en el blog de Antonio F. Rodríguez (Blog: La antigua Biblos) . Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons Attribution 3.0 Unported.
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