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Las descargas y el uso de redes privadas virtuales (VPNs) en Rusia se han disparado desde el inicio de la brutal invasión de Ucrania, con niveles que se aproximan al medio millón de descargas diario frente a las alrededor de diez mil que había antes de que Vladimir Putin comenzase su guerra.

Un uso de VPNs que se dedica fundamentalmente a hacer agujeros en el telón de acero informativo que el gobierno ruso está intentando imponer a sus ciudadanos: si vives en Rusia, no puedes ver películas ni series en Netflix, ni leer noticias que no sean en medios oficiales bendecidos por el régimen, ni acceder a Twitter, ni a unas Facebook o Instagram definidas como «culpables de actividades extremistas«, y te encuentras de repente en el aislamiento digital internacional más absoluto, recibiendo únicamente la versión oficial de lo que ocurre, pura propaganda que, por otro lado, cada vez resulta más absurda e inverosímil.

Para los rusos que viven en el exterior, una situación muy difícil de gestionar, porque cuando hablan con sus familiares y amigos aún dentro del país se encuentran con versiones completamente absurdas de la realidad que contrastan con lo que ellos saben que está ocurriendo realmente. Para quienes viven en el país pero descargan y comienzan a utilizar una VPN, el problema es el mismo, y en muchas ocasiones les lleva a enemistarse con sus amistades y familiares que únicamente están expuestos a las versiones oficiales del conflicto.

Rusia se acerca progresivamente a su sueño de una internet propia, cerrada e independiente, pero con un problema: carece de la infraestructura desarrollada a lo largo de los años por países como China, y no es capaz siquiera de cerrar sus puertas a servicios de mensajería instantánea como Telegram. Al revés, en cambio, las cosas son más sencillas: la mayor parte de los canales que Rusia utilizaba para esparcir desinformación mediante canales como RT, Sputnik y otros, han sido ya completamente bloqueados en servicios como YouTube, Telegram y muchos más. Con la excepción de TikTok, que ha construido un universo alternativo para los usuarios rusos desconectándolos del mundo exterior, el resto del mundo ha dado claramente la espalda a Rusia.

Mientras, dentro del país, la situación de aislamiento lleva a soluciones de emergencia que provocan un alejamiento cada vez mayor de la legalidad internacional y de las normas: en Rusia, los cines proyectan películas obtenidas de torrents y portales de descargas irregulares, las empresas descargan versiones piratas de los paquetes de software que necesitan y ya no pueden obtener, las patentes internacionales son ignoradas, y repositorios como SciHub se convierten en la única opción para sus académicos. Aislamiento internacional e intento de gestionar una situación de emergencia, todo debido a la locura absolutista de un sátrapa que está llevando a su país a una auténtica catástrofe económica.

El enorme incremento del uso de VPNs en Rusia es simplemente eso: un síntoma de un sistema que se está desmoronando, construido en torno a mentiras que cada vez menos de sus ciudadanos se creen. Tal vez, lo que Occidente debería hacer además de seguir enviando armas a Ucrania es empezar a hacer llegar fácilmente VPNs a los ciudadanos rusos, para que puedan realmente saber lo que realmente está haciendo su gobierno. Al final, la información – y la desinformación – como armas en una contienda.

This article is also available in English on my Medium page, «Soaring VPN downloads are a symptom of all that is wrong in Russia«

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