Un paseo por la extrema derecha |
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20.10.2018 | |||||||
Escrito por: Pablo Otero
Si la etiqueta "extrema derecha" en el contexto europeo del que España es pieza clave y esencial se caracteriza en nuestros días por el rechazo a la inmigración, el rechazo al multilateralismo (en concreto la integración europea pero también a acuerdos de libre tránsito y libre comercio con otros países), el nacionalismo y la estética nacionalista entre otros no llama la atención que no exista en España un movimiento relevante de extrema derecha salvo cuando concretamos en algunas regiones que sí cuentan con movimientos políticos organizados sostenidos en el tiempo y con amplio apoyo popular.
El otro día me di un paseo por la extrema derecha, algo que se parece mucho a darse un paseo por los foros de gente que se disfraza de peluches. En tertulias infinitas dedicaban muchos minutos a quejarse de un presentador de televisión que había empleado unas palabras soeces para hablar de la Hispanidad (la extrema izquierda tampoco es muy lista pero no es el tema de hoy). Luego estaban los asuntos veleta: asuntos en los que al carecer de doctrina no saben muy bien qué opinar. Es el caso de Israel: por un lado bien porque se cargan a terroristas moros pero por el otro son judíos y "ya se sabe". Luego están las cosas que consideran muy serias e importantes y que a mí me dan igual y que porque ellos piensan que a mí no me importan ya me califican de antiespañol (trasládese esto exactamente al separatismo y entra como un calcetín). —Este baile de mierda que nos acabamos de inventar tiene mil años, es celta y lo vas a pagar tú. —Oiga, déjeme en paz. De aquí se deriva su incalificable amor a España. Dicen defender a España pero suelen caer en aspectos negrolegendarios o en cantinelas clásicas del tipo "es que este país ya se sabe", "esto no pasa en ningún otro país del mundo", "es el país con más gilipollas del mundo". Igual es cosa mía pero llenársete la boca de patriotismo y luego insultar a tus compatriotas es un poco raro a no ser que tu patriotismo sea un fetiche sexual o una excusa para aliviar la tensión. En parte de la extrema derecha hay una insistencia enfermiza en el franquismo. Bien me parece hablar de historia y debatir pero la nostalgia constante no crea futuro. Y es que no usan la historia para aprender sino para regodearse. No puedes ver la Guerra del 36 como una gran victoria de la cristiandad frente al bolchevismo internacional sin tener presente el coste en vidas humanas (en su mayoría españoles). Si luego a esto añades que hay que ocupar militarmente una zona de España yo inmediatamente pienso que el antiespañol eres tú. Esto último es de un señor mayor al que otros señores mayores llaman "mi general". Y no me vais a tirar de la lengua porque no me toques las palmas que me conozco porque etcétera. Otra parte de la extrema derecha está de acuerdo en todo con los nostálgicos pero no centra su atención en el pasado. Son más tech-savvy (un anglicismo que empleo sólo para molestar) y tienen una idea del mundo que por más actual desborda nuestras fronteras. Están con el rollito del identitarismo frente al globalismo que es un eufemismo para hablar del judaísmo internacional y son sin duda los más numerosos pero peor organizados. Hijos de su tiempo, actúan como células aisladas cuyos hilos se unen en algunos referentes online de los que repiten mensajes, en esto no están muy lejos de los aficionados a disfrazarse de peluches. Se identifican con una banal estética que consideran tradicional y como todo aficionado a los peluches si les hablas de peluches te vienen en tromba a hablarte durante horas de peluches.
Un pequeño tema que surge a veces charlando con esta gente es su queja de que los equipare a sus primos separatistas. Me dicen que el objetivo separatista es crear otro país para meterlo en la UE y desde ahí hacer lo que le dicte el judaísmo internacional (el Ibex35, los mercados financieros, etc) y ellos no están de acuerdo con eso. Aquí hay otro tema (y es otro debate diferente) sobre intención y resultado. Ellos dicen que el resultado que se busca es diferente pero desde mi punto de vista la intención es la misma. ¿Cómo clasificamos: por intención o por resultado? Ellos dicen que los separatistas están a favor de la inmigración y yo veo que los separatistas rechazan a quienes no comparten los rasgos mágicos del "pueblo elegido". Básicamente los separatistas quieren a un tipo de Pakistán pero no de Lérida que no comulgue con ellos. Para la extrema derecha eso no contribuye a la formación del etnoestado pero desde mi punto de vista eso da igual ya que yo no manejo una clasificación humana más allá de la nacionalidad (otra forma de señalar el "universo de leyes"). Por lo tanto, desde mi punto de vista liberal, cualquier clasificación arbitraria de la gente más allá de quién emite su DNI o pasaporte ya es algo que rechazo y que pasa a formar parte de un bloque que no es el mío. A ese bloque, con las características descritas anteriormente, le llamo extrema derecha. Adenda Una diferencia esencial que anoto es la que tienen con la extrema izquierda: pesimismo del pasado, optimismo del futuro. En casi todo lo demás, excepto en la estética, las posiciones son intercambiables. Ah, la estética. Me pregunto si algún griego de hace 25 siglos habló de ella. Artículo escrito en el blog Vigilia pretium libertatis , bajo licencia Creative Commons 3.0. |