Hacia una estrategia común en la batalla de las ideas |
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19.07.2019 | |
Escrito por: Pablo Otero
Nadie que siga la política del país puede ignorar ese gran elefante en la sala que impide a las principales fuerzas democráticas ponerse de acuerdo en cosas básicas. Partidos realmente próximos en todos los temas (impuestos, pensiones, política exterior, etc) y que votan en consonancia en el Parlamento Europeo se nos presentan en España separados por gigantescas barreras de comunicación. Se nos presentan como cosas absolutamente opuestas debido a temas súperimportantes como revolver los huesos del viejo dictador, tener permiso o no para usar la palabra feminismo o poder ir a una fiesta pública de celebración de la ampliación de derechos para los homosexuales.
Si os parece estúpìdo el asunto es que lo es. Ojo, yo no abogo por el kumbayá universal, no creo en la armonía confuciana para nuestra política. Pero hombre, cosas básicas como describir políticas demográficas, establecer una estrategia contra el golpismo y separatismo o decidir la política del agua requieren de planes a largo plazo que a su vez necesitan un entendimiento que salve la Gran Barrera de la Etiqueta Española, única construcción humana que puede ser vista desde el espacio. Tras plantear un problema como acabo de hacer, yo, como soy de derechas, estaría obligado a echarle la culpa a la izquierda (fijaos cómo cuando hay un problema hay una culpa). Pero es que esto sería arrastrar el problema y como nuestros ríos se secan y nuestros pueblos se vacían me parece que en algún momento hay que plantear una base para el entendimiento. Este entendimiento demanda la demolición de la Gran Barrera. Es lamentable que recientemente hayamos escuchado a una ministra del gobierno accidental poniéndole más ladrillos a este muro (solamente el PSOE es feminista o una cafrada así dijo la de Cabra) o el caso de la fiesta del Orgullo Gay donde se atentó contra unas diputadas de Ciudadanos. Como la izquierda ya no defiende nada sólido, lo único que le queda son esas parcelitas de la política identitaria que protegerá con uñas y dientes. Todo el debate político en España orbita entonces en torno a estos caprichos de una izquierda a la que solo le quedan las etiquetas. Esta defensa de las etiquetas algunos la llaman batalla cultural y como son las etiquetas que le importan a la izquierda por eso decimos que la izquierda gana la batalla cultural (son las etiquetas que ellos eligen, por tanto el debate que ellos eligen). Batalla cultural Planteada así la cuestión de uno de los males de nuestra vida política nacional no puedo estar más de acuerdo con el diagnóstico que plantea el profesor Quintana en el Subjetivo. Yo personalmente no le llamaría batalla cultural porque defiendo el derecho a vivir toda la vida sin jamás pronunciar la palabra cultura pero entiendo las convenciones y acordar denominaciones para poder hablar. A mí esto siempre me ha atraído. Los que somos usuarios tempranos de las tecnologías de comunicación reconocemos la importancia de la forma en que se muestran las cosas e ideas. El lugar donde se cruzan la publicidad, la psicología del comportamiento y el interés político es el campo de batalla. Las armas empleadas son la normalización de lenguaje y comportamiento (creación del marco), la táctica la modificación de la moral... veis por dónde voy: la política en sí misma es secundaria. Ya casi ni se habla de política: solo quedan los gestos, las caras, la metafísica... y es evidente que los de este lado de la orilla vamos perdiendo (a ver, ojo, ganamos en muchas otras cosas muy importantes: hoy la izquierda ya no tiene programa económico por ejemplo y no es poca cosa). Varias razones explican que vayamos perdiendo:
Que no digo que no haya que hablar de problemas que plantea la izquierda, claro que sí, pero existen otros temas. Por ejemplo cuando se habló de la gestación subrogada ese fue un planteamiento que cogió con el paso cambiado a la siniestra. O si hablamos de reformar las pensiones igual no hay que estar en la posición tecnócrata y lo que hay que hacer es un ejercicio de pensamiento lateral y decir ok pensiones para todo el mundo pero que sepáis que dejarán de pagarse las exposiciones de pintura con heces humanas y se cerrarán todos los medios de comunicación públicos. O cuando se plantea que nuevas vecinas vistan de forma extraña igual hay que recuperar que los militares puedan vestir como tales fuera de servicio. A ver, pongo ejemplos al azar para ser gráfico. Lo que quiero es romper los temas o plantear nuevos temas. Y por supuesto el otro asunto es crear nuevas vías de transmisión del mensaje: prensa, música, Internet, podcast, series, televisión, etc. Si os fijáis incluso en la publicidad se cuelan cosas que suman: ese anuncio de un portal de hoteles donde una señora va "a la aventura" o "improvisa una escapada". Ese no me parece bien que sea el estándar. Pues a ver quién es el dueño de esa empresa y por qué hace eso. Para acabar, algo más prosaico: ¿nadie de derechas conoce a alguien con un poco de dinero? Ya sé que las multinacionales y los grandes empresarios están encantados con la izquierda y la apoyarán hasta el fin de los días pero es que la batalla de las ideas, como todas las batallas, será decidida por gente y dinero. Artículo escrito en el blog Vigilia pretium libertatis , bajo licencia Creative Commons 3.0. |