Ruy, Ruy Díaz, Rodrigo, El Cid, Sidi, El campeador, el de Vivar, Rodrigo Díaz de Vivar, el de los mil nombres, el de los mil rostros, el que más esculturas tiene a nivel mundial, ya que del Cid se ha hablado y se hablará mucho; que si fue un héroe, un mercenario, que si amaba a su rey, que si lo odiaba, que si atendía a las parturientas y hasta se ha dicho de él que era un encanto, un ser milagroso casi santo. El caso es que cada uno se imagina al Cid de una manera. Quien mejor nos pueden contar su historia son los Vivares: aquella mesnada que lo siguió en el exilio; zarrapastrosos, tullidos, ánimas en pena, desechos humanos. En fin, un séquito de batalladores desconocidos; los sin nombre. Este es el cantar de los caminos, un cantar que ha llegado de boca a oído hasta nuestros tiempos. U...