Frente a nosotros, se abre la noche y se nos presenta un camino, uno cualquiera, en este caso, el de Lucía. Un lugar más allá de todo lugar, espacio o ámbito dimensional, un lugar infinito en las profundidades del ser, en el centro mismo del alma. Ahí se presentan luceros que alumbran momentos de su experiencia, otros que se alumbran a sí mismos, e incluso algunos que dejan de brillar para hacerse notar. Y así como Federico dice que "un lucero es un remanso del tiempo, un nudo del tiempo", cada estrella que ha brillado en el camino de Lucía, ha dejado una impronta en su cue...