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La conocida marca de tractores John Deere ha firmado un acuerdo de colaboración con SpaceX con el fin de utilizar los satélites de Starlink para proveer de conexión a internet de alta velocidad a su maquinaria de agricultura (tractores, cosechadoras, drones, etc.) que opera habitualmente en zonas rurales en las que la conexión suele ser inexistente o de muy baja velocidad.

La evidencia es clara: la agricultura está cambiando, y está pasando de un perfil habitualmente identificado como muy poco tecnológico a uno que se sofistica cada vez más, la llamada agricultura de precisión, en la que la recogida y el uso de datos sobre las operaciones juegan un papel cada vez más importante.

Así, empieza a ser habitual ver desde tractores cada vez más sofisticados – con todo lo que ello conlleva, incluidas importantes discusiones sobre el control del software que utilizan – hasta el uso de microcartografías GPS, sensores de humedad y temperatura, drones para el control y el tratamiento selectivo de las plantas o procesos de todo tipo basados en una granularidad mucho mayor, que permite aplicaciones mucho más selectivas con el fin de evitar los efectos nocivos de los tratamientos extensivos de abonos o insecticidas sin renunciar a las ventajas que posibilitan.

Hablamos, sin duda, de una transición compleja: la propia John Deere, una compañía entendida tradicionalmente como «de maquinaria pesada», ve su futuro como el de una compañía que obtendrá en torno al 10% de sus ingresos a partir de cuotas derivadas del uso de software, las compañías químicas se preparan para un futuro en el que el uso de sus productos estará sujeto a aplicaciones mucho más racionalizadas, y los propios agricultores son conscientes de que el perfil necesario para mantener una explotación de estas características tiende a sofisticarse y a evolucionar en todos los sentidos.

Por otro lado, la conectividad es claramente un factor limitante: muchos de los usos habituales en la agricultura de precisión necesitan de conexiones razonablemente rápidas y con baja latencia, muy alejadas de lo que suelen ser las características de la conectividad en el entorno rural. Un dron dedicado, por ejemplo, a la aplicación selectiva de herbicidas para la eliminación de malas hierbas necesita transmitir vídeo, contrastar las imágenes obtenidas con un sistema de identificación de imágenes y llevar a cabo la aplicación, lo que requiere un uso de ancho de banda que no es en absoluto trivial.

De ahí que, antes de desplegar este tipo de maquinaria conectada, sea preciso asegurar que se podrá disponer de unas conexiones adecuadas, que en muchos casos coinciden con zonas de escasa densidad de población en las que las empresas de telecomunicaciones no suelen tener especial interés en desplegar fibra o una gran cantidad de antenas. De ahí que la posibilidad de utilizar conexiones mediante los satélites de Starlink aparezca como una posible opción sumamente atractiva. Veremos cómo evolucionan los detalles de este acuerdo, que comenzará a probarse en determinadas áreas de Brasil y en zonas carentes de conexión a internet de los Estados Unidos, pero todo indica que ver las características antenas de Starlink en una explotación agrícola en un entorno rural va a empezar a ser bastante más habitual…

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