Blogs de Festeros.es

Las sanciones norteamericanas a la exportación de chips avanzados a China parecen estar generando otro episodio similar al ocurrido con ASML, en el que la compañía originaria de los Países Bajos perdió una importante cantidad de dinero y oportunidades en uno de sus mercados más importantes, China, por tener que cumplir con sanciones diplomáticas dictadas por el gobierno de un tercer país, los Estados Unidos.

Ahora, se trata de Nvidia, la compañía que más creció a lo largo del pasado 2023 gracias a ser la productora de las GPUs utilizadas de forma cada vez más masiva en todas las compañías para hacer frente a las demandas de computación de la inteligencia artificial generativa. Pero, como ocurrió en el caso de ASML, el gobierno norteamericano llegó con su guerra comercial contra China, y parece estar estropeando el panorama: para Nvidia, uno de sus principales mercados, con hasta una quinta parte de sus ingresos, son las grandes compañías chinas como Alibaba, Tencent, Baidu o ByteDance, con fortísimos intereses en la aplicación de la inteligencia artificial generativa a sus negocios.

Sin embargo, el gobierno norteamericano dictó que los chips más potentes de Nvidia no podían ser exportados a China, lo que llevó a la compañía a fabricar nuevas versiones de esos chips, pero con sus especificaciones convenientemente rebajadas para poder así cumplir con la legislación que permite su exportación.

¿Dónde está el problema? Pues que, lógicamente, lo que las grandes compañías chinas quieren son las versiones completas más potentes de esos chips, no las intencionadamente rebajadas, y están empezando a plantearse que, ante ese deterioro en las prestaciones que las acerca razonablemente a los chips de generaciones anteriores, prefieren recurrir a chips de fabricación china, concretamente fabricados por Huawei.

Consecuentemente, Nvidia se encuentra ahora con muchos menos pedidos de sus chips de prestaciones rebajadas, y con una gran cantidad de pedidos de los chips «de verdad» que había previsto para ese mercado que ahora no puede servir. Y mientras tanto, quien está sirviendo esos pedidos y aprovechando para desarrollarse en ese mercado es una compañía a la que los precedentes nos dicen que no es nada bueno acorralar con sanciones, porque tiene el orgullo y las capacidades suficientes como para lograr sobreponerse a ellas. A lo largo de 2023, Huawei ha recibido pedidos de al menos cinco mil chips Ascend 910B por parte de otras empresas chinas, un chip que se considera la alternativa china disponible más cercana al chip de alto rendimiento de Nvidia prohibido para exportación.

Con las sanciones, por tanto, el gobierno norteamericano no solo perjudica a una compañía de su propio país que estaba aprovechando su momento histórico, el encontrarse prácticamente en el ojo del huracán, para obtener un fortísimo crecimiento, sino que además, estimula fuertemente a un competidor extranjero muy potente para que investigue y desarrolle sus capacidades para fabricar chips más y más potentes, capaces de llegar a satisfacer la insaciable demanda de la industria de su país.

En el mundo actual, las sanciones diplomáticas tienen un recorrido cada vez más escaso e impopular: las fronteras son cada vez más permeables a la tecnología, y los actores implicados, especialmente las compañías, nunca ven con buenos ojos que se les prive de manera arbitraria del acceso a sus mercados, particularmente si son tan grandes y estratégicos como China. El «todo por la patria» tiene sus límites, y si además hablamos de compañías tecnológicas que pueden llevar años invirtiendo para llegar a estar en el lugar oportuno en el momento adecuado en que una tecnología comienza su período de adopción masivo, podemos entender que la posibilidad de causar daños irreparables ya no a la cuenta de resultados, sino incluso a la posición competitiva de esas empresas es claramente realista. Y ese tipo de daños no son para nada fáciles de compensar o recuperar.

Publicado con licencia Creative Commons 3.0 España