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Apple y Paramount están en conversaciones para consolidar su oferta y plantear un servicio que cueste, lógicamente, menos que la suma de sus dos cuotas mensuales, lo que permite entrever una tendencia lógica en industrias como la de los contenidos, que tras una revolución y una hiper-abundancia de oferta, se normalizan para volver a un modelo que tenga sentido para el usuario.

Cuando Netflix, tras pasar de ser un servicio de entrega de películas por correo, comenzó a destacar como el primer modelo de streaming exitoso a nivel mayoritario, y tras haberse pegado con las empresas de telecomunicaciones de medio mundo para alcanzar acuerdos de peering que permitiesen compartir los costes del exceso de carga en sus redes, se convirtió en un caso de éxito que comenzó a llamar la atención de otras compañías dedicadas a la producción y distribución de contenidos.

En muy poco tiempo, el usuario pasó de tener unas pocas opciones para su entretenimiento, a un abanico cada vez mayor en función de sus preferencias: si te gustaba una serie determinada como Juego de Tronos, tenías que suscribirte a la plataforma que la emitía. Si querías ver determinados deportes, a DAZN. Si de repente te hablaban bien de otra serie, a otra plataforma más. Y por supuesto, cada una, tras su mes de prueba, con su suscripción correspondiente.

Esta situación llevó a muchos a plantear que estábamos a las puertas de vivir un repunte de las descargas irregulares: pocas economías domésticas pueden plantearse pagar múltiples suscripciones sin despeinarse, ante lo cual, y dado el atractivo de muchos contenidos reforzado por el efecto de generación de interés de los comentarios en redes sociales, muchos posiblemente optarían o bien por añadirse una dosis de publicidad a cambio de pagar una factura más baja, o ya directamente por dejar de pagar, desempolvar el torrent y volver a esos servicios eternamente perseguidos, pero siempre fácilmente disponibles para quien tiene suficiente interés por ello.

Para evitar esa deriva, y mientras muchos de los nuevos servicios de streaming languidecían por falta de suscriptores dispuestos a pagar, se plantea una tendencia habitual en sectores en declive: la consolidación. En realidad, lleva tiempo sucediendo: en España, por ejemplo, un servicio como Movistar Plus permite disfrutar no solo de sus contenidos y de los que emite bajo licencia, sino además, de canales como Disney+, DAZN o Netflix, algunos de los cuales generan incrementos de la factura mensual, pero otros no. En la práctica, es un «ofrece al usuario lo que quiere, o se planteará dejar de pagar», y simplemente toca hacer los repartos oportunos en función de lo que el usuario decida escoger. Al final, un canal, múltiples proveedores de contenido, y lo más importante: una sola factura.

¿Hasta dónde llegará la consolidación y qué jugadores se moverán más rápido? Lo veremos, y dependerá de muchos factores, desde qué series tienen más tirón, hasta qué servicios lo pasan peor en la batalla por conseguir más suscriptores. Pero una cosa es segura: en esta industria se vienen tiempos muy movidos.

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